A veces juzgamos a los niñ@s por manifestar temor o inseguridad ante situaciones que ellos valoran como peligrosas mientras que a nosotoros esa percepción nos parece irracional ("mounstros", "ascensores", muñecos que suenan, etc.). Sin embargo, es bueno tener en cuenta que la apreciación de qué es peligroso y qué no lo es, es muy subjetiva, pues, lo que es peligroso para alguien podría no serlo para otra persona, dependiendo de su capacidad de respuesta, de los recursos de apoyo con los que cuenta, de sus experiencias previas, de lo que está en juego proteger, etc.
Por otra parte, si el sentimiento de temor acerca de cualquier cosa, es experimentado por niñ@s o por personas adultas, igualmente NO es un indicador de que representa un peligro REAL. ¿Acaso los adult@s no nos hemos sentido sumamente inseguros, alarmados o ansiosos ante situaciones que en la realidad no resultaron peligrosas? Seguro que sí. (Ej. hablar en público puede ser experimentado por alguien como una experiencia verdaderamente peligrosa aunque en la realidad no se encuentra dentro de las causales de muerte... )
En cualquier caso, sea que el temor es un indicador de un peligro real o no, está comprobado que es la CERCANÍA A UNA PERSONA AMADA la que lo alivia, pues proporciona una sensación de seguridad, reduciendo así la ansiedad. "Pase lo que pase, yo estaré contigo", es lo que niñ@s o adult@s necesitamos escuchar o sentir cuando el temor nos invade y no tanto que intenten desvirtuar el motivo de nuestro temor. Tener la certeza de que no estaremos solos ante el peligro es lo que trae paz y vitaliza la creatividad para diseñar alternativas destinadas a afrontarlo.
¿Vale la pena, entonces, etiquetar a un niño de "inseguro", "miedosa", reprenderle por ello o casi obligarlo a afrontar su temor solo? ¿Le servirá esta intervención de algo? Pienso que no. Aprender a escuchar y atender ese sentimiento de temor es saludable. En toda la historia como humanidad ese es uno de los factores que ha permitido la supervivencia humana.
Asimismo, y aunque me voy un poco del tema, autodefinirse como una "persona insegura" parece bastante injusto e inapropiado desde este enfoque, pues desconoce o niega "de un solo toque" todas las razones subjetivas y legítimas que cada persona puede tener para valorar determinadas situaciones como peligrosas. Una buena forma de redefinir este "problema" es empezar por reconocer el propio derecho y capacidad para tener razones que justifiquen valorar algo como peligroso o no.
En muchos casos, seguro terminaremos legitimando la validez de muchas de las sensaciones de inseguridad al entender la función que cumplen en nuestra protección o de quienes amamos, y en lugar de invertir tanta energía emocional en recriminarnos por "inseguros" y juzgarnos de "incompetentes" para tal o cual cosa, será posible destinar el esfuerzo a generar mayores capacidades, mejor calidad de vínculos u otros recursos orientados a afrontar o a evitar las situaciones que valoramos como peligrosas.
Reflexión - aplicación de Bowlby, El apego y la pérdida, volumen 2, pág. 202-207
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