ENSAYO
REFERENTE A LA LECTURA; EDUCACIÓN HUMANIZANTE DE ÉDGAR MORÍN Y MÓDULO DE MODELOS DE 2DA. CIBERNÉTICA
ALTERNATIVA ESCOGIDA: Reflexión personal sobre la aplicabilidad de los conceptos revisados en su propio contexto
En este ensayo realizaré una reflexión sobre cómo deseo aplicar los conocimientos de esta lectura en la manera en que dirijo capacitaciones a través de talleres o charlas en mi contexto de trabajo, iglesia u otros.
El proceso habitual que generalmente utilizo a nivel de capacitación es el desarrollo de un bosquejo general planteado de acuerdo a una demanda más o menos explícita, en el que procuro tener muy claro los objetivos de trabajo e intento intercalar los conocimientos teóricos con lo vivencial, apuntando a que, sobre todas las cosas se cumpla el objetivo del taller.
Al respecto, primero me gustaría ir desarrollando la habilidad de, en la medida de lo posible, “abrir” los objetivos a los participantes para que tengan la oportunidad de definir los énfasis aunque esto me ponga un poco en riesgo de alterar lo planificado. Así también, me gustaría abrir un espacio al inicio para que las personas expresen su sentir frente al tema planteado, sobre la forma en que han sido convocados, sus expectativas o preocupaciones respecto a lo que se esperará de ellos luego de recibir el taller. Claro que esto me implica desde ya la capacidad de “esperar lo inesperado”, y abrirme a las incertidumbres, pero esta actitud puede ser más educadora que muchas otras.
Por otra parte deseo esforzarme más por utilizar un lenguaje cada vez más de propuesta antes que de certeza, incluyendo, mientras sea posible, una que otra teoría paralela que podría hacer ver la misma situación o tema desde otro enfoque (como sugiere la Terapia de posibilidades en la atención de casos), de modo que los participantes vayan también aprendiendo la posibilidad de dudar y de preguntarse cuál es la mejor opción de conocimiento que se aplica a su realidad y que no den por sentado como la única forma de mirarla.
Esto implica también validar de forma totalmente honesta, los aportes o cuestionamientos de los/as participantes, apoyando así su capacidad de creer en sus propias percepciones y devolverles la responsabilidad sobre determinar con qué se queda o no para sus propias vidas.
Pienso en los casos en que me toca hacer “inducción” de personal nuevo en el Hospital en donde lo que debo decir está más o menos predefinido referente a los valores de la institución, la misión, visión, motivación para sumarse a esta causa, ejemplos de comportamientos esperados respecto a la atención a los clientes, derecho del paciente, etc., y pienso en que al hacerlo me convierto de alguna forma en perpetuadora de la mitología institucional, que, no es que sea mala en sí misma ni algo similar, pero sí que se convierte en un discurso cerrado, en el que, como dice Pakman, se define implícitamente quiénes serán reconocidos o valorados en la organización, y quiénes no, por ejemplo, y se perpetúa así la narrativa dominante, dejando muy de lado las micronarrativas que demuestran las muchas incongruencias de esa narrativa y cierra de algún modo la posibilidad de diálogo reflexivo sobre lo que debería ser la organización.
Lo que me doy cuenta en este momento es que esta forma de “impartir” los valores, las normas, etc., es algo que se mantiene durante todo el tiempo que el empleado esté en la organización, y que inicia desde su inducción, ya que tendrá muy poco espacio para participar en forma real en la definición de los planes del hospital, por ejemplo, en la orientación que se le dé a su puesto de trabajo, en la reflexión de políticas que son perjudiciales o coercitivas, etc.
Ahora, en estos casos me pregunto que tan “liberador” puedo hacer esta parte de la inducción que me corresponde, ya que, por más participativa y abierta que la quiera hacer, eso no es la realidad del Hospital y estaría emitiendo una imagen falsa. Sin embargo, creo que debo cuestionarme a mí misma lo que acabo de decir, ya que, como dice el constructivismo social, no hay una verdad para ser descubierta sino para ser construida, y creo que con mi discurso sí puedo ir creando la ilusión de que otras realidades también son factibles de construir y no perpetuar a través de un “lenguaje dormitivo” que las cosas son así, y ya están dadas, y no hay más que “adaptarse”, renunciando a los anhelos de lo que quisiéramos que las cosas sean.
Al respecto se me ocurren iniciar estos espacios con preguntas cómo “Qué características les gustaría que tenga la organización en la que están empezando a trabajar”, “qué les haría sentirse a gusto de trabajar aquí”, “qué no quisieran que haya”, etc. y poco a poco ir conectando con la visión de lo que “un grupo importante del Hospital” (no el Hospital, como algo genérico y que nos incluye a todos, lo cual es falso), ha definido como aspectos importantes a considerar para ser un Hospital eficiente, humano, etc. Al final, en lugar de cerrar dando la impresión de que es la “última palabra”, podría dejar la reflexión o desafío de que, “todo lo que ustedes han mencionado que debería tener y hacer un Hospital como lugar de trabajo es muy importante, y bienvenidos sean sus esfuerzos, creatividad e iniciativa, para lograr que este espacio sea cada vez mejor, para todos y todas”… o algo así.
Creo que solo hacer este cambio en mi discurso, en mis relatos, me va a ayudar sobre todo a mí, a recuperar mi esperanza en la institución y luchar otra vez con esa falsa “adaptación” de los últimos meses, en los que, si bien no renuncié literalmente, sí lo hice emocionalmente. Hoy deseo empezar con un relato nuevo que me ayude a ver y actuar de forma distinta.
Retomando el texto de Morín aplicando a la forma en que ofrezco charlas o talleres, me parecería valioso el hecho de tener la habilidad de conectar cualquier tema del que se hable con preocupaciones “terrenales”, es decir, con la importancia de lo hablado para nuestra trascendencia como humanidad y la evitación de la autodestrucción. Esto implica ayudar a los participantes a establecer la relación en cómo el conocimiento que están construyendo en ese momento, no les va a servir solamente a ellos sino que debe tener un impacto también a nivel social, y que los cambios que hagan ellos en sus propias vidas, influirán en otros, e incluso, en el devenir del mundo.
También, deseo dar mucho más énfasis a los momentos experienciales del taller, y de diálogo grupal o en parejas como medio para enseñar “la comprensión” y el “aprendizaje interpersonal e intercultural”.
Por último veo la importancia de desafiar a los participantes en compartir sus conocimientos con otros, ofreciendo “diezmos epistemológicos” de nuestros saberes, democratizando tal vez no solo el conocimiento, sino la habilidad de aprender. En lo personal también me siento desafiada a que los conocimientos que Dios me ha permitido tener yo los pueda compartir, más allá de cualquier rédito económico que esto me pueda dar.
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