Quito, 5 de julio de 2003
Abrigas, campesino/a, en tus cerros la esperanza,
Y no dejas que el desierto reseque tu valor,
Porque sabes que las aguas caerán mañana,
Y tus heridas manos acariciarán verdor.
No olvidas tu risa debajo de lo incierto
De promesas vacías que se pierden en la grama,
Con esfuerzo encuentras hoy respuesta a tus lamentos,
Sin humillar tu semblante ante aquel que te daña.
Anciano, tus pies, ahora caminan firmes,
Sostenidos en rocas y no solo en rezos,
Tus hijos/as son el bastón que ciñes,
Y el Estado ofrenda honor a tus esfuerzos.
No te ahogas en llanto y venganza mujer,
Debido al abandono del hombre que amas,
Hoy tus labios besan la miel…
De tu dolor disuelto en perdones de llamas.
Aguardas tranquila el fruto de tu vientre,
Sin temer al vacío cuando llegue el despertar,
Hay quien cuide tu parir doliente,
Y un amante que añora de su esperma el retoñar!
Descansas, pequeño/a, sin temor a la vida,
Al golpe que acecha disfrazado de amor,
Descubrieron a la maestra llamada “caricia”,
Y hoy creces libre, sintiendo calor.
Mantienes el brazo erguido, pueblo rebelde,
Aun cuando el/la opresor/a gana algunas batallas,
Sabes que el Rey ha descendido a defenderte,
Y construye contigo su reino sin murallas.
verodelatorreg@yahoo.es
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