Bolt, una creación hollywodense que deja algo para pensar...
Por veces vivimos como tú, convencidos de que todo lo que nos rodea es real, o mejor dicho, conforma una sola realidad.
Nos metemos tanto en nuestro "papel" en el mundo, en el rol que hemos asumido en la sociedad y en las expectativas que tienen los demás de nosotros(as), que con frecuencia olvidamos nuestras "otras" realidades, nuestras otras facetas y posibilidades... y a veces, incluso, como tú, olvidamos quiénes somos... Algunos porque nunca se nos permitió ver fuera de nuestro espacio, y otros porque escogimos no asomar los ojos a la otra esquina...
Cuánto más si aquella realidad ofrece tantas "ganancias" temporales, como prestigio, fama, o una simple sensación de ser indispensable, de ser un héroe para alguien.
Que triste descubrir de pronto que todas los mitos y creencias sobre las que construiste tu vida y tu razón de existir... eran falsas, o al menos, pseudo ciertas... eras querido, pero no por todos, eras poderoso, pero no por un super ladrido sino por tu lealtad, eras valiente pero no invencible, eras único pero remplazable, excepto para quienes realmente te amaban.
Mientras no lo veías, fuiste presa fácil de otros que te usaban para complacer sus intereses, no tenias como defenderte ni como cambiar tu historia. Eras una simple herramienta del consumismo, tu vida se reducía a dar de comer a unos cuantos.
Pero lo viste finalmente, aunque esto te rasguñara el alma.
Lo increíble es que aún cuando tú ya tuviste la capacidad de aceptar y asumir tus otras realidades, hubieron otros que querían, o mejor dicho, necesitaban, seguir creyendo que eras BOLT, el perro fuera de serie, necesitaban que existieras para seguir teniendo un referente, para tener a quien admirar, creer que tendrían quien los defienda, los salve y realizar en ti todos sus ideales... para que les des haciendo aunque sea en la fantasía aquello que creían que no querían o no podían hacer por sí mismos.
Aun así tuviste las agallas, la perruna fortaleza para reconocerte como "normal" y renunciar a ese honroso lugar que te habían asignado, para despojarte de ese peso de ser quien no eres, de ser quien ellos creen que eres, y aceptar tu humilde destino de ser un perro de casa, con amos a quien lamerles la cara y obedecer, con una gata con quien compartir los halagos. Comprendiste que puedes ser feliz en la cotidianeidad sin miles de ojos mirándote, sin fuego, sin luces, puedes ser feliz dormitando en el patio de tu casa.
Ojalá muchos podamos seguir tu ejemplo y reencontrar la belleza de nuestra humanidad en el quieto respiro de la noche... en el sensible lugar en donde palpitamos... y nos construimos. Ojalá podamos mirar y aceptar nuestras múltiples realidades y no aferrarnos a una de ellas volviéndonos esclavos.
verodelatorreg@yahoo.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me interesan tus comentarios!