miércoles, 24 de noviembre de 2010

Diario de campo de una experiencia de trabajo comunitario

Aquí va mi diario de campo de mi experiencia de trabajo comunitario en Sigchos, en una comunidad llamada Colaguila... fue toda una aventura y un descubrir.



(Diario de campo, 3/03/02)
Las primeras impresiones…

Esa vida de campo, tan distinta a la mía, tan llena de códigos incomprensibles ante los cuales ni siquiera poseo un manual que me ayude a interpretarlos. Estoy fuera… no encuentro un lugar para mí junto a ellos y la soledad moral que me invade cuando estoy ahí es de verdad deprimente…

Conocer este mundo, sin embargo, hace que me surjan muchos sentimientos que se mezclan con el marco ideológico que traigo a cuestas y, aunque procuro ser objetiva, me es imposible distinguir entre lo que observo como hecho concreto y lo que percibo e imagino alrededor de ello.

Pienso en Cristian, ese niño perspicaz que en sus 5 años se encuentra absor-biendo sin mayor cuestionamiento el legado que su cultura le deja, un legado que se enfrenta sin defensas con el imaginario de un mundo diferente, tal vez mejor, ese que se aproxima a su alma a través de la pantalla de la TV y de sus cortas visitas a la ciudad. Ahí él encuentra algo, algo que su piel no alcanza a sentir, sus labios a saborear, sus oídos a oír, algo que quizá no debería anhelar pero que tampoco se le ha dado la oportunidad de elegir o rechazar. Ahí esta todo el estilo de vida citadino,  occidental lleno de emociones, comodidades y colores que des-tiñen paulatinamente el verde pradero de su entorno y empiezan a forjar en él un ideal ajeno, un tanto alejado de la felicidad inocente que ahora experimenta al acariciar a Barroso (su toro), al correr tras los borregos, al sacar al impertinente Paco (su gato) con la escoba de su casa, al dar de comer a las gallinas, al ir a arrancar la hierba para los cuyes, en fin, al vivir una vida de campo…

Esta batalla de ideales aun parece no inquietarlo en extremo, lo que no ocurre con los jóvenes y en especial los adultos. Sí, ellos ya no pueden vivir tan tranquilos o apreciar con mucha  admiración y gozo las ventajas comparativas de su forma de vida como el apoyo solidario de los vecinos ante las dificultades, la posibilidad de alegrarse comunitariamente de cosas sencillas (la caída de la lluvia luego de una larga sequía, la celebración de una fiesta religiosa, etc.),  la poca evidencia de presión del “tiempo”, típica de las sociedades modernas, la relativa libertad de las exigencias de estar “a la moda” , o de estar “al día” en los conocimientos y la in-formación, la posibilidad de siempre poder llevarse un alimento de la tierra a la boca, la oportunidad de desarrollar sensibilidades afectivas, perceptivas y  físicas gracias al contacto con la tierra y el paisaje, en fin, diversos aspectos que podrían ayudarlos a valorar en mayor grado su condición.

No, para ellos ya no es tan fácil hacerlo, pues ya han experimentado las heridas en las manos, la dificultad de labrar sus tierras sin ningún tipo de apoyo de las tecnologías avanzadas, las frustraciones de las pérdidas en las cosechas, la in-certidumbre ante un "Dios" que no les ha dado el maicito, la papa, porque mandó al viento y a la helada que se lo llevó todo… A ellos que han experimentado la injusticia del patrono, del hacendado, del intermediario, a ellos agotados, ellas desilusionadas, ellos solos, parece que solo les queda el deseo de soñar en esa posibilidad lejana de vivir como viven otros y otras, allá…, cruzando los montes, en la ciudad.

Un ejemplo claro es el de Doña Lola, sus hijos se han ido para Italia a desempeñar trabajos de albañilería por muchos mejores pagos de los que reciben aquí. Con el dinero que ellos le envían ha logrado edificar ya una casita grande y bonita que bastante se diferencia de las otras casas del sector. Ella lo hace, según dice entre lágrimas y angustia a causa de la soledad,  para que por fin un día sus hijos se animen a volver... cosa que difícilmente la veo posible…

Diario de Campo, 03/03/02,

… Y, como "espectacular" solución viene la ONG a enseñarles a "progresar", a enseñarles a hacer aquello que vienen haciendo desde chiquitos: trabajar la tierra, criar cuyes y demás. Y lo hacen mucha veces al estilo “extensionista” que critica Freire (1979: 26-27) es decir, con la actitud de “depositar algo en alguien”, “susti-tuyendo una forma de conocimiento por otra”  para que simplemente el otro tenga que aplicar de forma mecanicista lo recibido sin tener la oportunidad de pasar por un proceso de real aprendizaje en el que “la confrontación con el mundo constitu-ye la fuente verdadera del conocimiento”.

Lamentablemente sus conocimientos ya no son suficientes frente la aridez de la tierra, la falta de lluvia, la deforestación, el deterioro de las semillas, etc. Todas estas dificultades hacen que se sientan tan dependientes de la gente de afuera que llega con oferta de capacitación, crédito, etc. A veces me parece que ya no se sienten seguros/as de nada de lo que hacen en su trabajo, como si pensaran que todo está por aprender y que su propia experiencia tuviera poca validez. Por eso esperan con ansias al compañero agrónomo, él sabe lo que hay que hacer para que la tierra produzca... o al compañero pecuario, él nos indicará como hay que hacer para que críen los cuyes...


03/03/02

Y bueno, yo estoy aquí, irrumpiendo en la normalidad de sus días, indagando, observando, compartiendo ciertos momentos. Ellos son atentos/as, muy amables, hasta risueños, me dan de comer hasta más no poder como entregándome todo lo que está a su alcance para que yo esté bien. Ellos/as no saben que yo estaría mejor con menos comida y con la tranquilidad de no estar incomodándoles al qui-tarles su cama en la que duermen. No sé como vamos a lograr comprendernos, tengo miedo de asustarles, ofenderles, pero tampoco quiero verme forzada a ser otra diferente de la que soy para que me acepten.


03/03/02

Pero sus esfuerzos no giran solo alrededor del dinero y de las actividades produc-tivas. La Organización Nuevo Milenio organizó una minga para hacer pan y comer en el grupo, sin ningún fin más que el estar juntos y llevarse mejor. Invirtieron su dinero, sus fuerzas, su creatividad, y así, riendo y trabajando hicieron más de 150 panes. No quieren reunirse solo para trabajar, hay más cosas que importan…

5/03/2002

Estoy algo fastidiada, ya no sé para qué estoy aquí… no sé si me necesitan o si yo les necesito… No sé que cosas tienen que cambiar en su estilo de vida. Su vida es dura, es frustrante… fatigante, pero quizá más recompensante en otros aspectos que la nuestra: No se mueren de hambre, no hay mucha violencia en los hogares o en la escuela, no hay demasiadas enfermedades, etc. Y aun cuando las cosas estuvieran realmente mal, la gente no se inquieta en extremo por ello.

No les entiendo, sencillamente viven… así como nosotros/as, con algunas cosas que andan bien, y con otras que andan mal. Las que andan mal a nosotros tampoco nos afectan en extremo excepto cuando nos producen verdadero dolor, o cuando hay alguna posibilidad de cambiarlas y tenemos las fuerzas y la capacidad para hacerlo. Algo de estos factores les falta a ellos, y algo de esto me falta a mí… Ellos/as ya no tienen mucha esperanza de que las cosas cambien pues dependen de muchas cosas y factores para que el cómo sea posible, y las fuerzas les faltan… Y a mí, si no me afectan en extremo las cosas mías que andan mal, menos me afectarán las suyas. Yo intento que me afecten por solidaridad, por compasión, pero todavía no es mío su dolor, más bien creo que se me ha pegado su apatía…


10/03/02

Ayer tuve la reunión con el grupo de mujeres para explicarles mi propuesta, no comenzó puntual, llovía y las mujeres todavía no se desocupaban de sus trabajos. Comencé a exponer la propuesta y algunas comenzaron a cabecear, parecían muy cansadas. Intentaron resumir muy escuetamente todo lo que yo había dicho para asegurarse si me estaban entendiendo. Yo me  di cuenta que solo les había logrado transmitir una idea baga, lo cual no me importó sobre manera porque lo que más me interesaba era conocerles, lo demás en mis planes, vendría después. Prácticamente hacer esa reunión era un pretexto para poderme reunir con ellas y estar en esa casa. Todas parecen amables, el presidente de la comunidad y el profesor de la escuela también. Todos parecen interesados y ofrecen apoyar en todo.

Creo que aun no comprenden por qué estoy aquí, qué mismo quiero y qué deben hacer ellos para cumplir con ”mis expectativas”. Y yo no quería que mientras recién les estoy conociendo empiecen a preocuparse por eso. Pero, la gente ya ha empezado a preguntarse qué vengo a ofrecerles, para qué tanta pregunta, de dónde soy, qué estudio, en fin. Esto no estaba en mis planes, pues creo que inconscientemente esperaba pasar de incógnita y que no se me demande nada hasta estar segura de conocer por lo menos ciertos aspectos de su cultura y de su mundo.

Sin embargo, al parecer, esto no va a ser posible, mi sola presencia que les produce ciertos gastos familiares, timidez, cierta incomodidad lógica por la presencia de una personas extraña, la estrechez a causa de darme una cama para dormir,  empiezo a sentir que no se justifica a menos que inmediatamente yo compense en alguna medida lo que ellos hacen por mí. Tengo que apresurarme con mis propuestas… no siento que esté lista pues aun no logro comunicarme bien con ellos, no he leído lo suficiente, ni tengo claro el proceso a seguir, yo mismo a veces dudo sobre si mi propuesta es la más adecuada, pero si no hago algo rápido, tal vez ya no me quieran recibir más…

20/03/02

... Así, cuando la gente sabe que el actor externo cumple, que cuando ofrece siempre viene, tardecito pero llega, que hace verdad los compromisos, entonces empieza a confiar en él, aunque siempre con cierta reserva y dudas porque malas experiencias acerca de ofertas que nunca se cumplieron, les sobran: políticos que vinieron en tiempo de campaña a decirles que si ganaban "cambiarían el mundo", estudiantes en año de tesis que llegaron a sus comunas y aplicaron fabulosos diagnósticos con la colaboración de la gente levantando grandes expectativas, pues por fin alguien se estaba preocupando por conocer su realidad. ONGs, OGs, organismos eclesiales, en fin, la lista de actores externos que han pasado por sus caminos es interminable, y con ellos, la cantidad de frustraciones acumuladas, también.

No solo los incumplimientos de los de afuera son las causas de su desconfianza, mucho influye también que, independientemente de  cuanto les ofrezcan, sus ex-pectativas siempre son elevadas debido a sus grandes necesidades y estas muy difícilmente una ONG va a poderlas satisfacer.

09/05/02

En mi cabeza da vueltas una pregunta, acerca de que si ellos deben o no cambiar su realidad. A mí no me gustaría vivir como ellos en muchos aspectos, pero ello no implica que deban vivir en algunos aspectos como yo vivo. ¿Cuál es la mejor forma de vivir?, yo no sé... así que tampoco sé si realmente debo hacer algo, si mi presencia aquí se justifica o si mejor debo regresarme a mi casa y quedarme en paz...

15/07/02

Esas preguntas fueron las que restaron fuerza a mi trabajo, pues producían en mí que pocas cosas las haga realmente con convencimiento. Sin embargo, aunque me quitaron seguridad me permitieron vivir con sinceridad ciertas crisis que luego produjeron otras reflexiones y aprendizajes que  me serán útiles para mis demás experiencias de trabajo comunitario.